viernes, 22 de febrero de 2013

En el recorrido para la comprensión y tratamiento de los Ataques de Pánico:


Se ha vuelto muy común escuchar el diagnóstico de ataque de pánico o fobias, me parece importante dejar algunas ideas sobre el tema que nos permitan, pensar e intercambiar.
Quien sufre de pánico se asombra y no encuentra razones para su malestar y para comprender lo que le está sucediendo, esto hace que la persona se concentre en hablar de sus síntomas, de aquello que siente a nivel físico, que lo paraliza, lo aterra y se coloca en una búsqueda casi desesperada de lo que logre hacer desaparecer el estado de cosas que siente.
Los ataques de pánico son transtornos agudos de estados de ansiedad, angustia y culpa, limitantes. Que llevan a la evitación de todo aquello que pueda volver a generar dicha sintomatología que lejos esta de lo externo, y que la persona se siente con muy pocas herramientas para lograr una salida de su estado.
Estos episodios hacen que el individuo deba buscar ayuda, generalmente comenzando a nivel médico y suele haber una importante resistencia a explorar su mundo interno, sumando un sentimiento de no poder enfrentar sus sentimientos.

Hablemos de la Ansiedad:
La angustia es una señal sana del organismo porque es un recurso que pone en marcha el aparato psíquico, es un fenómeno automático que se genera como expresión a una percepción de peligro. Cuando estamos frente a un monto de angustia extrema es porque se ha acumulado ansiedad. Esta sin posicionarse en una causante identificada por el sujeto y será proporcional a la insatisfacción que siente la persona. En ocasiones ésta angustia es desplazada a objetos externos porque no es soportable y se aleja de ese conflicto originario, por lo cual confunde cuando la persona sufre episodios de pánico desconociendo su origen y funcionamiento.
Este desplazamiento actúa para que no se llegue a hacer consciente la idea original y la tensión pretende resolverse al descargarse con otro motivo aparente, pero la angustia real no desaparece con la acción, sino que la conducta genera una frustración de los conflictos no resueltos y se acumula el malestar hasta que la persona pueda identificar lo que sucede.

El tratamiento: sus inicios...  
Lo primero que necesitamos es tomar conciencia que estamos frente a una enfermedad y aceptar que esto es más que un período de aparición de síntomas. Es un sistema en el cual el cuerpo y los sentimientos están interrelacionamos de tal forma que el sufrimiento corporal se vincula con la ansiedad y la angustia por la que se está pasando.
No se es conciente del monto de dolor interno, por lo cual es necesaria su descarga en la búsqueda del desvío de parte de este sufrimiento.
Es el tratamiento, el momento de hacerse cargo de ésto, conocer las angustias, hacer un recorrido para establecer cómo se han formado y encontrar una forma que sea sana para manejar las experiencias de dolor, frustración, intolerancia, desvalorización, etc.
Demos por comenzado el proceso de tratamiento manteniendo la individuación del sujeto que llega a consulta, es decir, sin identificar al enfermo por medio de sus síntomas físicos, sino siendo estos una manifestación que nos ayuda a pensar sobre qué cosas abocar nuestra tarea, para llegar al verdadero problema que siendo desplazado se ha convertido en malestar significativo.

A que nos enfrentamos en los Ataques de Pánico:
Estamos frente a un sistema muy bien diseñado por el organismo que genera por medio de la manifestación y el padecimiento de una sintomatología orgánica, la descarga de monto emocional de alta cuantificación insoportable para la persona y además inconsciente, es una huída del verdadero peligro que nos desvía del problema y que como toda enfermedad tiene su lado bueno en tanto descarga parte del monto de angustia de la persona para que el organismo en general, pueda continuar.
Frente a esta situación toda las ganas de la persona están colocadas a hacer desaparecer o no generar los síntomas, evitando situaciones, lugares, cosas etc, generando un circulo vicioso de mayor monto de angustia, una vida limitada y frustrante que realimenta el padecimiento sin lograr ver aún la problemática escondida detrás de esto.
   
Tratamiento:
Existen varios recursos, necesarios en la mayoría de los casos para enfrentar en primer lugar la sintomatología y dar paso a un proceso de análisis de la problemática. Nos referimos en primera instancia a la medicación supeditada al trabajo con médico psiquiátra, de esta manera la angustia de orden inmanejable será compensada. Colabora en el sentimiento tan necesario para la persona de que puede tener nuevamente el control de su vida, de esta manera, ser conciente de los cambios que su vida requiere.  
La puesta en marcha de tratamiento terapéutico es fundamental para acompañar este procedimiento y para que la persona construya junto a su terapeuta, un ámbito personal, de comprensión y escucha, en el cual, se pueda manifestar con palabras la angustia que vive y hacerse el protagonista de sus cambios, así el cuerpo dejará de ser paulatinamente la herramienta por la cual se expresan los malestares tan significativos que son insostenibles para el organismo.
En la terapia no es fácil abordar la relación que está presente entre los síntomas corporales y las situaciones particulares de la vida.
Veamos lo que sucede en nuestra forma de sentir, todos los humanos recibimos sensaciones que son los estímulos que provienen del mundo interior y exterior, cada uno de ellos genera un estado de tensión según la valoración de ese estímulo, lo cual hace necesario que el mismo sea descargado. No siempre estas descargas funcionan teniendo en cuenta la diversidad que puede tener como afectación cada estímulo, entonces cuando sucede el bloqueo de esta descarga, se genera una sensación interna de ineficiencia.
Uno de los principales recursos que se utiliza como defensa psíquica es la represión, por medio de la cual se bloquea de manera inconsciente la tendencia a la acción, pero tengamos en cuenta que lo reprimido no quedará sin actuar, sino que va a generar sustitutos y va a desplazar la excitación a otras ideas que no estén bloqueadas, por lo que la descarga será por vías totalmente inesperadas y sin vinculación alguna al estímulo originario.
La evitación del encuentro con la situación que genera fobia, hace que la persona se mantenga en un estado de alerta continuo, haciendo que la descarga de esta carga emocional sea en la transformación en angustia, provocando mayor inquietud. Los temores son proyectados fuera de sí, este mecanismo inconsciente crea un exterior lleno de peligros, frustrante y el cuerpo funciona de acuerdo a la percepción de ese peligro.
Los síntomas que aparecen son; aceleración del pulso y de la respiración, alteración del ritmo cardíaco, temblores, sudoración, falta de aire, sensación de sofocación, mareos, dolores toráxicos, nauseas y sensación de desvanecimiento y de muerte. Estos episodios generan tal malestar que la persona tratará de evitar cualquier cosa o situación que pueda volver a generarlas, haciendo de sus decisiones la propia trampa, ya que el alejamiento, la evitación de lugares y personas y las decisiones que toma en pos de cuidarse, generan un aumento progresivo en su malestar interior, en su causal de angustia y hace crecer los ocasionantes de malestar que terminan en la aparición de estos síntomas físicos.
La persona comienza a sentir que pierde el control de sí mismo, tiene miedo de enloquecer o de morir, sin comprender el origen de todo esto, así como también desconoce la intensidad de los sentimientos de su interior. 
Cuando la frustración y la angustia que tiene la persona, no logran hacerse conscientes, se transforman en una gravamen de estrés que necesita descargarse, por lo cual el cuerpo toma la función de escenificar lo que ocurre en el interior y es desconocido para el sujeto.
Cuando nos planteamos un tratamiento sabemos que al hacer consciente este proceso, la persona poco a poco será capáz de comprenderse y sus síntomas irán decreciendo en intensidad y frecuencia en un espacio de contención y análisis.
En el proceso de tratamiento hacemos un recorrido personal, una revisión de las vivencias tempranas en la particularidad de la historia de cada uno. Considerando que el camino es lento y el lugar un espacio propio de conocimiento personal, donde es fundamental considerar que los síntomas no serán lo que atacamos, sino la vida en general de la persona, por lo cual, esa sintomatología puede no desaparecer de repente o volver a ocurrir. La forma en la cual se pueda ampliar el conocimiento personal, la tolerancia de la frustración y la dialéctica de la vida emocional, nos hará modificar la reacción frente a la reaparición de los síntomas y abocarnos a otras áreas de la persona para no dejar lugar a ellos. La re-codificación de la historia personal nos afronta a una lucha intensa imprescindible para enfrentar y compatibilizar con el mundo exterior, porque cuando estemos convencidos que somos los protagonistas de nuestra historia y que dirigimos nuestra vida, ella vuelve a nuestras manos.

Lic. Daniela Muñiz
Psicóloga

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