sábado, 21 de mayo de 2011

Los límites como muestra de cariño, cuidado y respeto:

         Cuándo, cómo y porqué son preguntas frecuentes ante la puesta de límites recomendada muchas veces por psicólogos, médicos, técnicos o incluso familiares que pueden aconsejar en la crianza de los niños.
        
         Para ello entender algunas cosas sobre este tema tan en boga actualmente.
        
         Intentaré reflexionar sobre lo que denominamos “los límites”, cuando nos referimos a la relación padres e hijos

         La gran pregunta es, ¿Qué queremos decir con “límites”? la palabra nos hace pensar en la idea de tope, en la necesidad de todo ser humano para resguardar su vida psíquica, y también en las nociones de orientación y cuidado. ¿Porque refiero al cuidado? porque si nos remitimos al momento del nacimiento, el bebé por medio de los cuidados que brinda su mamá va formándose como ser único, reconoce sus diferencias en cuanto se respeten sus necesidades y sus particularidades como ser humano en formación. A su vez, puede ir diferenciando a los demás de él mismo y respetar las necesidades, deseos, y particularidades del otro. A esto hacemos referencia con los límites, así como también a la capacidad del adulto responsable de decidir, si aceptar o no, lo que el niño pide.

         Los límites son la frontera que diferencia un espacio propio, personal, del espacio ajeno. Cuando nacemos el espacio psíquico viene siendo parte de nuestro Yo, a medida que vamos creciendo el Yo se nutre y crece la autoestima y la autonomía, junto con esto es necesario que el territorio psíquico que lo contiene crezca y se amplíe.

         A medida que pasan los años las relaciones sociales comienzan a ser parte de nuestra vida, primero lo fue en el ámbito cercano, familiar, para luego poco a poco ir extendiéndose a relaciones con otras personas, donde tiene lugar la interacción social, guardería, jardín de infantes, cumpleaños, clubes etc. Tenemos para esto que desarrollar la capacidad de reconocer los espacios ajenos y los propios y poder diferenciarlos, el desarrollo de esta capacidad es una de los elementos necesarios para que se dé nuestro crecimiento armónico y para que podamos establecer relaciones interpersonales saludables y satisfactorias.

         Decimos entonces que los límites ayudarán a desarrollar las destrezas adecuadas que armonicen el crecimiento y evolución de la persona.

        Si bien parece muy difícil tener la fortaleza necesaria para establecer los límites y muchas veces genera angustia el sostener las decisiones, es posible aprender a ponerlos en forma consciente y también entrenar la habilidad para utilizarlos como protección aún, en contextos o situaciones dificultosas para los padres.

         Cuando el niño crece en ausencia de límites, su sentimiento de vacío de figuras de autoridad que ayuden a establecer sus propios territorios, puede colaborar en el desarrollo problemático de los roles que debe ir adquiriendo, así como obstaculiza la buena relación con pares y con otros adultos.

         La frustración por los malos resultados que se obtienen en la educación de los hijos que no tienen límites, que no respetan reglas porque las mismas no existen, disminuye aún más la autoestima de los padres y hace más difícil aún colocarlos.

         Las explicaciones son fundamentales, pero es necesario decir que “no” cuando el permitir lastima, no educa o frustra al niño al sentir que eso que debería prohibírsele se le permite, porque lo que se cuestiona sería algo así como: ¿esto me hace mal, no hay nadie grande que  pueda cuidarme y para eso decirme no?

         En las situaciones que así lo requieren, impedir que el niño haga lo que desea, sabiendo que no es lo mejor para él, o que lo hace para poner a prueba al adulto, es necesario, colabora con el crecimiento. Marcar los roles, la diferencia en las relaciones cuida al niño, éste sabe que está protegido, salvaguardado, por un adulto que decide a pesar de su enojo.

         Podemos decir que los límites son necesarios para implementar las reglas de convivencia, las cuales tienen que ser establecidas por los adultos responsables, los mismos se tienen que poner de acuerdo antes de trasmitírselo al niño.

         Ante los límites es lógico que los niños se muestren enojados, que aparezca cierto grado de frustración, pero ésta es necesaria para dar lugar al crecimiento y desarrollo de la personalidad. También agregamos que  los niños no son conscientes de lo necesario de las limitaciones, reglas o parámetros de comportamiento y de lo fundamental que éstos son para su buen crecimiento y desarrollo psicosocial, pero lo tranquilizador de esto es que: lo irán entendiendo a medida que el tiempo pase.

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